Hace poco me tope con una de esas recomendaciones de youtube de un canal que analiza el marketing y patrones oscuros que usan las marcas, este es el vídeo por si tienes curiosidad: https://www.youtube.com/watch?v=lBObRVlPyng
En el describe como en los últimos años multitud de empresas se las han ingeniado para nunca salir perdiendio en ingresos y beneficios en tiempos de crisis y también tras estas crisis.
Lo interesante del vídeo es que refleja el modelo imperfecto que da forma a nuestra economía, uno en el que una gran compañía esta obligada a rendir cuentas a inversores y por tanto aportar un aumento paulatino de los beneficios lo que se traduce en una necesidad imperiosa por aumentar los ingresos incluso en periodos de recesión económica.
Esto nos lleva a ver practicas como la reduflación, que como bien describe Trending Tony en su vídeo, se trata de reducir la cantidad de producto que se obtiene por el mismo precio que ya tenía dicho producto. Esta practica, como no, se realiza de tapadillo, muchas se disfrazan de rediseños del producto, mejoras de formula y estratégias de marketing similares. Es algo triste que como diseñadores nuestra labor en muchas ocasiones sea la de maquillar prácticas de baja moral como esta y aprovecho este humilde post para hacer un llamamiento a todo diseñador que lo lea a mantener ante todo sus principios éticos. Si bien estos principios a priori no dan de comer, al menos mantedrán tu conciencia tranquila, desde luego el diseño no se reduce a vender aquello que sabes que es una estafa, si bien podemos «adornar» los productos para venderlos, al menos hagamoslo con aquellos que sean honestos o en los que realmente creamos que aportan algo.
Pero me estoy dejando un termino, lamento el haberme ido por las ramas. El vídeo también menciona el termino estiraflación, traducción del término inglés «stretchflation». Vendría a ser otra forma de aumentar los beneficios por venta como la reduflación, pero en este caso el aumentando la cantidad de producto para justificar un aumento del precio del mismo que no es muy proporcional ni justo, en el vídeo se pone un ejemplo de un producto que aumento 10% la cantidad que contenia mientras su precio aumento un 29%.
Con este panorama ¿qué soluciones nos quedan?
En primer lugar, como consumidores yo optaría por evitar el consumo y compra de este tipo de productos, si detectamos un producto que ha aumentado de manera desorbitada su precio o ha reducido significativamente su contenido sin que esto venga acompañado de una reducción proporcional del precio, lo mejor que podemos hacer es mostrar a la compañía que como consumidores no entramos por el aro. Es la única forma en la que la ley de oferta y demanda jugaría a favor del consumidor.
Tampoco debemos pasar por el aro los diseñadores, si bien es cierto que en ocasiones estas prácticas están más ligadas a estratégias de marketing que a diseño, siempre van muy de la mano, porque acompañado de la decisión de marketing viene un rediseño del producto, una campaña publicitaria engañosa y otros aspectos que si nos salpican. Desde luego no abogo por una mentalidad de tiburón y no tengo intención de tenerla, no trato de empezar una discusión con aquellos que no tengan reparos morales y prioricen siempre su sustento antes que su ética, todos hemos caido y cedido alguna vez en trabajos y proyectos que no nos agradaban mucho y los hemos hecho para poder seguir llevando comida al plato, pero considero que todo el mundo debería tener un límite y en mi caso tengo claro que un modelo de negocio que depende de estas prácticas no va a ser un cliente para el que quiera trabajar. Como se suele decir, hay muchos peces en el mar, esto también se aplica a tipos de clientes.
Por supuesto, ser una marca y tener intención de aumentar el precio de un producto es algo muy licito, pero esto debe ir acompañado de un aumento real de su valor y no de pedir más por menos sin realmente haber mejorado en nada el producto o la relación con la marca y usando mentiras y estrategias de moralidad cuestionable.
Y por último, quienes tienen más poder para hacer que esto en el corto plazo son las instituciones, los gobiernos y en última estancia las propias marcas. Se debería vetar este tipo de practicas y las propias marcas deberían tener la decencia de ser honestas, la honestidad aunque parezca que no también es un valor añadido y muy positivo, los consumidores que aprecien que la marca que consumen es honesta y clara, que no trata de engañarlos, se convertirán en verdaderos consumidores fieles. Es cierto que como marca cuesta trabajo labrarse una buena reputación, pero a mi modo de ver merece la pena.